[vc_row][vc_column][wbc_heading tag=”h4″ align=”left” md_font_size=”15″ sm_font_size=”15″ xs_font_size=”15″ title=”Dios usa la tribulación como un proceso con propósito para nuestras vidas. Él jamás desperdicia nuestro sufrimiento. Todo dolor que permita lo empleará como un proceso con propósito. El dolor es un proceso cuyo propósito no es solamente demostrar la gloria de Dios, sino también permitir que crezcamos tanto en el carácter como en la capacidad para enfrentar la vida. Santiago 1:2-4 declara que debemos considerarlo como sumo gozo sabiendo que contribuirá a alcanzar una vida que nos convierta en “perfectos y cabales, sin que nos falte cosa alguna”. ¿Cómo sucede eso? El texto continúa hablando del proceso de cuatro etapas que nos hace crecer: la prueba de nuestra fe, la prueba de nuestra resistencia, la prueba de nuestra tendencia a ceder y dependencia de la oración.

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
Santiago 1:2-4

La prueba de nuestra fe: Esto ocurre cuando la tribulación desafía nuestra fe y nos llama a dar testimonio. ¿Qué es la fe? La fe es nuestra dependencia de Dios. Podemos decir esto que cuando llega la tribulación, por fe me aferro a sus promesas, cuando llega la tribulación, por fe me aferro a sus caminos, y cuando llega la tribulación, por fe me aferro a su carácter. Entonces cuando aparecen los problemas, nuestra fe es probada y somos llamados a dar testimonio para demostrar si creeremos en sus promesas, sus caminos y su carácter y si los aplicaremos de manera ineludible a toda circunstancia de la vida. Cuando reaccionamos de otra manera que no esté a la altura de estas verdades, reflejamos la debilidad de nuestra fe.

La prueba de nuestra resistencia: Esto sucede cuando “reaccionamos con fe” a nuestra situación. Si nos aferramos tenazmente a Dios, no nos rendiremos ni cederemos. Es interesante que la palabra soportar en castellano proviene de dos palabras latinas: sup y portare. Sup significa “sobre” y portare quiere decir “llevar”. Soportar es la capacidad de llevar sobre uno la tensión hasta que la obra de Dios se haya completado. Muchos de nosotros reaccionamos ante los problemas del mismo modo. La vida comienza a presionarnos y ¿cuál es nuestra respuesta? “¡Señor, sácame de aquí! Resuelve este problema de inmediato”. Pero, cuando Dios dice que no, en vez de tratar de librarnos, clamamos a Dios con fe y nos quedamos allí porque la fe produce paciencia. Permanecer soportando la presión con un espíritu positivo es parte importante del proceso divino que obra para lograr un fin productivo en nuestras vidas.

La prueba de nuestra entrega: Después de ejercer una fe a toda prueba y persistente en Él, la tercera dinámica es someterse al proceso. “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4). “Mas tenga la paciencia su obra completa” es el mandamiento del texto. Es como una operación quirúrgica. Cuando el cirujano entra y nos dice que necesitamos una operación, decimos, “muy bien, soportaré el proceso y asumiré el dolor”. Tenemos confianza en el doctor y creemos que esto, en definitiva, es para nuestro bien. Imaginemos la siguiente situación: Nos llevan en la camilla a la sala de operaciones y el personal comienza a prepararnos para la operación. Cuando el cirujano entra, observamos que pasa por las bandejas de los bisturíes que están tan afilados como hojas de afeitar. La enfermera le pone los guantes y luego acerca la bandeja de los escalpelos hacia la mesa de operaciones. En ese momento, balbuceamos entre dientes, “Ah, no ” y saltamos de la mesa. El doctor toma un escalpelo y trata de operarnos mientras nos persigue por toda la sala de operaciones. Obviamente, esto jamás sucedería. Sin embargo, muchos de nosotros le damos ese tipo de problemas a Dios cuando Él busca hacernos crecer mediante una prueba. Por eso, Santiago 1:4 demanda que nos sometamos al proceso. Debemos resistir el impulso inicial de saltar de la mesa. En lugar de eso, necesitamos poner nuestra fe inquebrantable en el cirujano divino y soportar sabiendo que, al final, todo culminará de una manera que nos producirá gozo y alabanza por el proceso vivido.

Nuestra dependencia de la oración: Por último, Santiago nos dice que oremos. El versículo 5 dice, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios”. Habrá muchísimos momentos cuando no sepamos qué hacer ni cómo responder. Necesitamos ir al Padre y buscar sabiduría de parte de Él. Pero si estamos tan afligidos que no podemos orar o no sabemos cómo hacerlo, Romanos 8:26 nos tranquiliza asegurándonos que el Espíritu Santo toma los gemidos que ni siquiera podemos proferir y los presenta delante del Padre, les quita toda confusión y los coloca delante de Él por nosotros, de acuerdo con su voluntad.

Punto de acción: Puedes hacerte esta pregunta ¿Cuál es el peor proceso que has pasado y que formó en ti? ¿Aprendiste algo en el proceso? ¿Pusiste a prueba tu fe, tuviste resistencia en el procesos doloroso, entregaste este proceso y sobre todo oraste para poder aprender y a superar el proceso? Tomate un tiempo para meditar en estas preguntas, y al final ora y agradece a Dios y si actualmente estas en proceso doloroso pues AMA este proceso, porque Dios te esta forjando para algo mas grande que ni tu ni yo podemos entender ahorita.” font_size=”15″ line_height=”26″ color=”#868686″][/vc_column][/vc_row]

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