1. No tomes como opcional lo que Jesús aseguró
Jesús no dejó lugar a dudas sobre la eternidad. A lo largo de los evangelios, él repite “De cierto, de cierto les digo”, asegurando que el nuevo nacimiento es un requisito para ver el Reino de Dios:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.” (Juan 3:3 RVR60)
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5 RVR60)
Muchos creen que pueden decidir sobre su eternidad en su tiempo, pero al final, todos enfrentaremos la realidad. La pregunta clave es: ¿Estás seguro de tu eternidad o eres un religioso dudoso?
2. Jesús quiere que el mensaje llegue a cada persona
Nuestra primera vez nacimos sin elección, marcados por el pecado de Adán. Pero Dios nos da una segunda oportunidad:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16 RVR60)
Esta es la gran batalla entre el cielo y el infierno: la lucha por las almas. Dios preparó un camino, pero la decisión es tuya. Primero aseguremos nuestra eternidad, luego ayudemos a otros a hacerlo.
3. Misionero o impostor
No importa lo ocupados o importantes que creamos ser, si no compartimos el mensaje, ¿somos realmente seguidores de Cristo?
“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.” (Hechos 1:8 NVI)
Si nadie nos sigue en el camino al cielo, algo anda mal. Como dijo Charles Spurgeon:
“Cada cristiano es un misionero o un impostor.”
¿Cuántos conocemos a alguien que necesita ser salvo este año? Hagamos de la eternidad nuestra pasión.
4. La misión de todos los días
Jesús no solo predicó en el templo, sino que caminó entre la gente. Respondía preguntas con preguntas porque sabía que de la abundancia del corazón habla la boca.
Cada día, en nuestro trabajo, escuela o actividades, estamos rodeados de personas que necesitan salvación. No esperemos al domingo, nuestro campo de misiones empieza el lunes.
5. Solo hay dos listas
Cuando el Titanic se hundió, no importaba la riqueza o fama de sus pasajeros. Al llegar el telegrama a Nueva York, solo había dos listas:
- Salvos
- Perdidos
Al final, lo único que importará es en qué lista estamos nosotros, nuestra familia y nuestros amigos.
Decide hoy asegurarte en la lista de los salvos y llevar a otros contigo.