Es fácil perder nuestra pasión por las cosas espirituales cuando permitimos que las circunstancias de la vida nos desanimen o distraigan. Sin embargo, podemos aprender a mantener y renovar nuestra pasión espiritual siguiendo principios bíblicos y ejemplos de fe.

Dos Tipos de Personas

Existen dos tipos de personas cuando se trata de la pasión espiritual:

  1. Aquellos que dejan que las circunstancias afecten su pasión.
  2. Aquellos que usan su pasión para cambiar y navegar sus circunstancias.

Estar apasionados por nuestra vida espiritual no es algo que suceda espontáneamente. La pasión es el fruto de acciones intencionales y consistentes que cultivamos día a día.

Qué Significa Estar Apasionado

Ser apasionado significa sentir una gran intensidad emocional hacia algo. En el contexto espiritual, se refiere a buscar a Dios con devoción, amor y compromiso. Sin embargo, esta pasión no surge de la nada; requiere tiempo en la Palabra, oración y una vida activa en la presencia de Dios.

Acciones que Cultivan la Pasión Espiritual

El apóstol Pablo nos anima:

“Pero gracias a Dios, ¡que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:57-58, NVI)

Pablo nos llama a ser constantes y a trabajar para el Señor con entusiasmo. Esto implica:

La Importancia de la Consistencia

No siempre sentimos el deseo o la energía para buscar a Dios, pero no debemos basar nuestras acciones en cómo nos sentimos. La pasión espiritual crece a través de la consistencia.

“Son las acciones que tomamos las que nos llevan a estar apasionados.”

Por ejemplo, si alguien afirma ser fanático de un equipo deportivo pero nunca ve los partidos ni participa activamente, no puede decir que es un verdadero apasionado. Del mismo modo, nuestra pasión espiritual se evidencia en las acciones que realizamos día a día.

El Ejemplo de David

La vida de David nos enseña mucho sobre la pasión espiritual. En 1 Samuel 17, vemos a un joven David lleno de pasión por su Dios enfrentarse a Goliat. Cuando Goliat lo desafía, David responde:

“Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado.” (1 Samuel 17:45, NVI)

David—a pesar de ser joven y sin experiencia militar—tenía una pasión que provenía de su tiempo diario con Dios:

Su valentía en el momento crítico fue el resultado de su consistencia espiritual.

La Lección de David

La pasión que mostramos en público refleja lo que hacemos en privado. Cuando Satanás ataca o enfrentamos momentos difíciles, nuestra reacción dependerá de lo que hemos cultivado en nuestra relación con Dios.

“La pasión que se refleja en público viene de lo que está sucediendo en el lugar privado.”

Manteniendo la Pasión Espiritual

A pesar de su pasión inicial, David también enfrentó momentos en los que perdió su fuego espiritual. En 2 Samuel 11, vemos cómo David cayó en pecado porque no estaba donde debía estar ni haciendo lo que debía hacer. Esto nos muestra que:

  1. La comodidad puede apagar la pasión.
  2. El pecado nos aleja de nuestra relación con Dios.

Para evitar perder nuestra pasión, debemos mantenernos vigilantes y comprometidos.

Reflexión Final

La pasión espiritual se cultiva día a día al caminar con Dios, incluso cuando no sentimos el deseo de hacerlo. Como David, debemos confiar, adorar y obedecer a Dios diariamente. Al hacerlo, veremos que nuestra pasión se fortalece y somos capaces de enfrentar cualquier situación con fe y valentía.

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